Moncho Henríquez, el Coyote (¡que mote!… más elocuente no podía
ser!), fue un esbirro de Trujillo y de Balaguer, miembro del SIM y del
SS, torturador, asesino, traficante de droga, sicario de uno de los
generales más corrupto de lo doce años, Neit Nivar Seijas, y agente de
todo lo malo.
Una alimaña indeseable.
No hay nada que lamentar socialmente desde el amor a la libertad y la
justicia por la interrupción violenta e inducida de su puerca vida.
Nada que olvidar.
Pueden explicarse las lágrimas y los naturales pesares de sus
familiares cercanos y de sus iguales. Por razones obvias en ambos casos,
aunque no similares.
No hay razón valedera, que no sea el cretinismo liberaroide o la
conciliación con el sistema y su reino de impunidad, para lamentar su
muerte desde el espacio de los/as luchadores/a por la libertad, el
bienestar colectivo y los derechos del pueblo. Menos aun, desde los
ideales socialistas, comunistas, emancipadores.
En una sociedad donde existiera la pena de muerte hace tiempo que ese
instrumento carnal del crimen político y de la maldad debió ser
ejecutado; y en ésta, donde no existe esa sanción capital, debió ser
condenado a pena máxima de reclusión.
Pero aquí, ni de una ni de otra; hasta que ayer le llegó la hora por
vía irregular, vía tan vigente todavía como para arrojar
“extrajudicialmente” miles de muertes y torturados por la propia Policía
Nacional heredera de los Moncho, Tadeo Guerrero, Nin Melo, Canoabo
Reynoso, Arzeno Regalado, Ney Tejeda, Guzmán Acosta, Cruz Brea, Pérez y
Pérez, Maríñez…
Ni lamento ni alarma: el Coyote, como Chichí Bolón, bebió solo un poquito de su receta.
Lo lamentable es que los generalotes de horca y cuchillo y los
politicastros de la corrupción y el crimen, entre ellos los asesinos
intelectuales de Orlando, Amín, Sagrario, Arsenio Rosario, Otto, El
Moreno, Narcisazo y de centenares y centenares de combatientes por la
liberación de nuestro pueblo, sigan impunes o mueran en sus mansiones
rodeados de indecentes opulencias…Los torturadores de La 40, los
creadores de La Banda, los protectores de las hienas de San Isidro…
Por ahí exhiben impúdicamente sus máculas y sus fortunas los Milo
Jiménez, Chinino Lluberes Móntas y parte de la despreciable corte
balaguerista, todavía protegidos por la cúpula del PRD y el PLD. A los
Pou Castro y comparsa logramos cortarles las alas de la impunidad,
ejemplo a imitar.
Todavía la tristemente célebre Falconbridge, sombrilla de la CIA que
tutelaba a los esbirros locales y protegía el terrorismo continental de
Posadas Carriles y Orlando Bosch, aspira a cometer el ecocidio-genocidio
de Loma Miranda. La Gulf and Wester, con similar función adicional, se
fue impune con un cadáver a cuesta tan pesado como el de Guido Gil… y
muchos otros más.
Eso si produce pesar.
Lo del Coyote es una gotita que no sacia una inmensa sed de justicia
postergada, pero si provoca una sonrisita santa de Amaury Germán, Ulises
Cerón, Leal Prandy, Virgilio Perdomo, Manfredo Casado y tantos otros/as
que en su galería de héroes y heroínas recibieron apaciblemente la
dulce noticia en el más allá.
Y esa misma sonrisa se expresa en los labios y en los ojos de todo un
pueblo con cuentas pendientes que ajustar contra sus verdugos
impenitentes.
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